Escribe: Paul podra tener el genio de un gran pintor, pero nunca tendr el genio de llegar a serlo. Y ms adelante: Paul Czanne en el que uno puede des cubrir los rasgos geniales de un gran pintor fracasador.
Extrao y apa sionante equvoco que se instala entre estos dos grandes profetas del siglo XIX, y que llegara hasta la ruptura de su amistad. No cabe duda de que Zola tena cuentas pendientes con la pintura, y que la fotografa se bene fici de esta deuda. Porque las fotos de Zola son ms una muestra de ese arte impresionista que no practic, que de la novela social en la que lleg a ser un maestro.
Zola fotgrafo habra podido ser la sombra del Zola novelista, y podramos haber encontrado entre sus clichs el dossier en imgenes de la zona minera Germinal , del mercado central El vientre de Pars , del m undo campesino La tierra o de los ferrocarriles La bestia humana.
Pero nada de eso existe. Zola fotgrafo no investiga sino que contempla, ama. Le fascinan los jardines, las aguas, los rostros. Para l, la fotografa responde a una funcin de celebracin. Y aqu es donde interviene la segunda frustracin a la que aludamos.
El novelista quiso apasionadamente a Jeanne Rozerot y a los dos hijos que tuvo con ella, Denise y Jacques. Pero esa ternura no poda ser feliz por que se trataba de una familia adulterina. La divisin de esta doble vida que me veo obligado a vivir acaba por desesperarme, escribi.
Una foto des garradora nos lo muestra en el balcn de su casa de Mdan, enfocndoles con un prismtico, en direccin a Cheverchemont, donde haba instalado a sus tres amores para el verano. Dedica su novela El doctor Pascal a Jeanne la que me ha dado el real festn de su juventud y me ha devuelto mis treinta aos al regalarme a mi Denise y a mi Jacques.
Hay unas escenas lamentables. Avisada por una carta annima, Alexandrine irrum pe en el piso de la calle St. Lazare donde su marido ha instalado a Jeanne y rompe las cartas de l que encuentra. Y por supuesto, lucha con la torpeza ms insigne para recuperar al infiel.
Pero reconozcamos que no le falt ni En Lewis Carroll la fotografa haca las veces de contacto fsico con las nias que eran su gran pasin.
En Zola hace las veces de vida en familia Retrata con empeo casi podramos decir con glotonera a una Jeanne Rozerot en la que vemos cmo se va abriendo paso con los aos una hermosura algo fofa, y a dos nios cuyos semblantes a veces apena dos, reflejan las fastidiosas sesiones de tomas de vista, a m enudo marcadas por los arrebatos de ira del fotgrafo. Pues m enudo asunto hace cien aos, el de sacar una foto! Tal vez Zola demuestre cierta originalidad al adop tar a veces, para los retratos de Jeanne, el ngulo tres cuartos espalda que despeja la oreja y realza la nuca.
Pero en general, se conforma con el grupo frontal ms convencional. Es que para l la fotografa no es un terreno virgen donde explorar e inventar al mismo tiempo como lo es el dominio literario, sino un instrumento dcil para atrapar y recordar; en fin, un ojo y una memoria.
Si Zola escribe con su cerebro y con su ima ginacin, con su corazn es con lo que saca sus fotos. Cuando Man Ray desembarc en Pars en medio del chin-chin-tatachn del 14 de julio de , le preceda una fama que, despus de cerrarle las galeras de pintura neoyorkinas, haba de abrirle las del dadasmo parisi no.
Le haba influenciado un joven pintor francs que viva en Nueva Yoik, Marcel Duchamp, cuyo Desnudo bajando una escalera haba estado de moda en la exposicin Armory en Desde aquel entonces Duchamp finga despreciar la pintura.
Se dedicaba al ajedrez o construa extraas m quinas hechas con paneles de colores montados sobre un eje que pona en movimiento un motor, autnticas esculturas mviles, las primeras de su gneio. Como ya saba que todos los medios valen para expresarse, Man Ray haba expuesto bajo el ttulo Autorretrato un lienzo que llevaba la hue lla de su propia mano rematada por dos timbres elctricos y un botn. Tambin haba inventado la pintura con aergrafo.
En lugar de inten tar pintar contornos precisos, pegaba en su lienzo estnciles que prote gan las superficies que no se pintaban. Por fin haba superado la especie de horror sagrado que la fotografa inspiraba, entonces, a los pintores. Despus de fotografiar sus propios lienzos para catlogos y prensa, se le ocurri que era posible pintar con una mquina de fofos del mismo modo que algunos pintores de antao, e incluso de hoy, fotografan con pinceles.
Se entiende que el joven americano fuese acogido en Montparnasse como a uno de los suyos por Francis Picabia, Paul Eluard, Philippe Soupault, Tristan Tzara y por todos cuantos hervan con ellos en la gran olla dada de donde pronto saldra el surrealismo.
Man Ray llevaba consi go, en todos sus viajes, un pesado bal lleno de cuadros, lo que le haba ocasionado algn que otro contratiempo en las aduanas. En el ltimo momento, Man Ray aadi un objeto tpicamente dada que llam Regalo: una vieja plancha cuya superficie infeiioi estaba erizada de clavos de tapicero.
El objeto desapaeci el da de la inauguracin, pero Soupault, sospechoso nm ero uno, neg ser el autor del hurto. El xito en sociedad fue brillante pero el fra caso comercial indiscutible. En todo caso, Man Ray se gan a un nuevo amigo, un extrao hombrecito de unos cincuenta aos, locuaz, de perilla Era Erik Satie.
Pero haba que vivir, y ya que sus cuadros no se vendan, Man Ray se inclin por la fotografa. Lanzado por Cocteau, recibido por Paul Poiret, adoptado por Picasso, Braque y Derain, apoyado por Anna de Noailles y el conde Etienne de Beaumont, llegara a ser el fotgrafo de una sociedad y de una poca incomparables, la nica y autntica belle poque de nuestro recin pasado siglo. Fotgrafo-pintor, Man Ray fue a la vez testigo y uno de los protagonis tas de un movimiento especialmente rico y cuyas repercusiones han lle gado hasta hoy.
Como fotgrafo, supo m antener suficiente distancia como para describir y juzgar la corriente a la que estaba ntimamente unido como pintor. Su libro de memorias1 rebosa de ancdotas y de reve laciones de aparente trivialidad.
En ellas nos codeamos con Paul Poiret en su lujoso palacete de la calle Saint-Honor, rodeado de su brillante cohor te de modelos, como un dios oriental refinado y epicreo; Picasso resuelto a dejar de pintar porque una sentencia de divorcio le obligaba a abonar a su ex mujer el producto de sus cuadros; Picabia que inauguraba su nuevo coche deportivo, largo, bajo, de color azul celeste, con un trozo de para brisas delante del volante, intentando demostrar cmo su largo bloquem otor de aluminio de ocho cilindros, aparentemente sencillo hasta lo ridculo, era ms hermoso que cualquier obra de arte.
Y luego, sobre todo, est Kiki de Montparnasse, con quien vivira Man Ray durante aos. Durante tres das, haba posado para Utrillo. Entre las sesiones, l beba vino tinto, se emborrachaba y le ofreca una copa, pero cuando ella inten taba ver el cuadro, la apartaba. Slo podra verlo una vez terminado. Cuando por fin pudo mirar al otro lado del caballete, vio que haba pin tado un paisaje. Varios das antes, Kiki haba ido a ver a Soutine y, como saba que apenas tena para comer, le haba llevado pan y arenques.
Al entrar le invadi un hedor espantoso: un trozo de buey y unas verduras que Soutine llevaba varios das pintando se estaban acabando de pudrir encima de la mesa. Por amor al lujo, Kiki se pasaba horas en la baera, o tambin, arremangada, guisaba platos que le recordaban su Borgoa natal. Al final ella tambin se puso a pintar e hizo obras naf pero car gadas de audacia, e incluso retratos, como el de Eisenstein que el director de cine le compr enseguida.
Al morir Kiki en un hospital, todos los anti guos de Montparnasse fueron a depositar flores en su tumba. Pero Man Ray nos invita a ir ms all de la pequea historia. Encarna una experiencia capital que se renueva de generacin en generacin desde y de la que nos ofrece algo parecido a una versin surrealista: el encuentro de la fotografa con la pintura.
En una obra brillante2, Andr Vigneau recuerda la especie de pnico que se apoder de los pintores cuando la fotografa empez a calar hondo hacia En la cumbre de su fama, Ingres dio la medida de su desasosiego al exclamar: Quin entre nosotros sera capaz de tal fidelidad, de tal firmeza en la interpre tacin de las lneas, de tal delicadeza en el modelado? Qu hermoso es esto de la fotografa! En cuanto a Horace Vernet, al volver de la academia donde se haba anun ciado el descubrimiento de la fotografa, declar sin dudarlo: Ha muer to la pintura.
Y, en efecto, la fotografa matara cierto tipo de pintura. Primero es la pintura de batalla, precisamente la de Horace Vernet, gnero capital al que debemos ms de una obra maestra, gnero tan tradicional que, en , el ministerio de la Guerra segua nombrando, en confor midad con el reglamento, a un pintor oficial de batalla que tena que instalarse en el frente de la drle de guerre con sus pinceles, su paleta y su caballete.
Por otra parte, tambin el retrato fue mortalmente golpeado por la aparicin de la fotografa y en primer lugar la miniatura, que desa pareci casi por completo.
Se entiende por qu, al confrontar algunos retratos fotogrficos de Nadar con el retrato de los mismos personajes hecho por un pintor en la misma poca, la inutilidad de la pintura irrum pe con una evidencia brutal. Una vez superado el primer momento de estupor, lleg un fuerte con traataque por parte de la pintura. Baudelaire su ms virulento porta voz escribe: En materia de pintura y de estatuaria, el credo actual de la gente de la buena sociedad, sobre todo en Francia, es ste: creo en la na turaleza.
Creo que el arte es y no puede ser ms que la reproduccin de la naturaleza Daguerre ha sido su mesas. Y entonces esta gente piensa: ya que la fotografa nos da todas estas garantas deseables de exactitud, el arte es la fotografa. Desde ese momento, la sociedad inmunda se abalanz, como Narciso, para contemplar su tosca imagen en el metal. Sin embargo, con viene recordar que tambin Baudelaire se precipit al taller de Nadar con el fin de conservar su imagen para las futuras generaciones.
Pero despus de la guerra fra, parece que se instaura una especie de coexistencia pacfica. Da la impresin de que la pintura convive con su temible rival. Incluso sabe sacar provecho de la nueva situacin y colmar las zanjas abiertas en su territorio hasta la fecha inconcluso: la reproduc cin de lo real.
Ya que en lo sucesivo, el realismo absoluto se ve anexio nado por la fotografa, el pintor se encarga de explorar las tierras vrgenes de la composicin y de la descomposicin de lo sensible.
Liberado de la esclavitud realista, se dota de unos objetivos ms sutiles, ms exquisitos Incluso la fotografa le pro porcionar algunas de las claves de su nuevo reino. De repente brotaran los recursos del enfoque y de ello Toulouse-Lautrec sacara unos efectos sorprendentes, mientras Seurat se inspirara en el grano de los clichs subexpuestos paia inventar el puntillismo.
La reconciliacin se consuma ra cuando se les ocurriera a algunos pintores que una fotografa, sacada o no con este fin, puede servir de modelo perfectamente e incluso de soporte encima del cual se aplicaran directamente sus colores. As la usa ron Degas y Utrillo. En esta perspectiva es como hay que entender a Man Ray. Haciendo tabla rasa de todas las clasificaciones y desde luego de todas las jerarqu as, plantea como un principio que un pincel y una mquina son herra mientas intercambiables y en s mismas indistintas de la creacin artstica.
En esa lgica no se deja impresionar ms por su relativo fraca so como pintor que por su deslumbrante xito como fotgrafo. En l, el pintor ha hecho al fotgrafo unos favores semejantes a los que la foto grafa haba hecho a la pintura medio siglo antes.
Desarticulando las mquinas, m altratando las leyes de la ptica, trastornando las reglas de la qumica fotogrfica, utiliza sucesivamente la granulacin, la sobreimpresin, el revelado negativo, el relieve, y, adems, inventa la solarizacin. Pero seguramente, con sus rayografas palabra sacada de su propio apellido es como mejor manifiesta su rechazo a la rutina. Al exponer a la luz una hoja de papel fotogrfico, sobre la cual se han colocado di versos objetos algunos translcidos se consigue una fotografa es quemtica, abstracta, llena de efectos inesperados, que tiene para un surrealista el encanto paradjico de haber sido hecha sin mquina fo togrfica.
Jams fue Man Ray tan feliz como cuando consegua sembrar la con fusin entre el dominio de la pintura y el de la fotografa, por ejemplo, realizando en negro y sepia un retrato al leo de Marcel Duchamp que todos toman por una foto, o tambin en algunos aforismos fulgurantes, como cuando defini la pintura abstracta como la ampliacin de un detalle de la naturaleza.
Como yo tena un despacho en Editions Pion, fui vecino mucho tiem po de Man Ray y de su esposa Juliette, que vivan en un apartamento en el 2 bis de la calle Frou, a la sombra de las torres de la iglesia SaintSulpice. Me acoga con amistad ese hombrecito encorvado, de ojos inte rrogadores detrs de sus gruesas gafas y que pareca salir como de un museo surrealista lleno de objetos inslitos y de lienzos obsesivos.
Su curiosidad segua al acecho, pero no se saba qu dosis de irona se mez claba con el entusiasmo corts con el que saludaba los inventos de sus Cmo asombrar a Man Ray? La ltima vez que le vi, le pregunt que a qu se dedicaba ltimamente. Me ense unas miniatu ras de una delicadeza sorprendente que parecan pinturas sobre marfil y que no eran sino fotografas en color realizadas segn un procedimiento de su invencin.
Muri el 18 de noviembre de Acurrucados en lo alto de una escombrera, unos mineros en paro rebus can trozos de carbn que van echando en bolsas. Una anciana se cepilla los dientes encima de un orinal. Dos criadas, con cara de odio, tocadas con cofias blancas de cintas plisadas, montan guardia ante una mesa sobrecargada de cristalera de Venecia. Un aburrimiento envarado domi na este saln tapizado de felpa, donde se ven cuatro seores de esmoquin, una joven sentada en un puf ante un juego de damas.
Unos chiquillos corren al fondo de una calle resbaladiza dominada por una columnata de chimeneas de fbrica que van vomitando holln.
Sombras de una isla: es el ttulo que ha encontrado Michel Butor para el libro de fotografas de Bill Brandt publicado por Editions Prisma. Por supuesto, la isla es Inglaterra. Enseguida se adivinan intenciones polmicas, algo como un arreglo de cuentas entre un hombre y su propio pas.
He visto a Bill Brandt varias veces. Era un muchacho risueo, algo as como el eterno estudiante, frgil e irnico, al que su mujer prodigaba cuidados infinitos. Pero no, en absoluto, quiero a Inglaterra, es mi pas, me dijo mientras coma cara melos, hay que mirar mejor mis fotografas. Mir mejor y, en mi opi nin, he entendido mejor.
Como pasa con algunas personas, las imgenes de Bill Brandt ganan con el trato. Conviene convivir con ellas. Dentro de dos, diez aos, las comprender an mejor. Existe mayor elogio para un arte que pasa por fugitivo y superficial? Lo propio de Bill Brandt es hacer caso omiso de las alternativas ms evidentes, basndose en la fuerza de su intuicin. Por ejemplo, la alter nativa tristeza-alegra.
Estas sombras de una isla nos demuestran de manera indiscutible que al llevar el realismo hasta el lmite de su negru ra, se puede desembocar en un lirismo cercano a la alegra. Porque estas imgenes rebosan lirismo, es imposible dejarlo de lado. Estas escenas de la vida ntima de la gentry de antes de la guerra vienen como aureoladas de cierto trasfondo de nostalgia. A estos chavales, en el fondo del calle jn negro, la belleza trgica de este paisaje industrial les llevar ensegui da al cielo.
Se puede invocar la eliminacin de los matices, de los grises? Bill Brandt, que revela l mismo sus pruebas, uti liza siempre papeles de extrema dureza, de modo que los blancos y los negros se entrechocan en una sinfona deslumbrante y al final tnica.
Pero este tipo de explicacin tcnica es muy limitada. Es mejor mirar otra vez y abandonarse a la impresin de grandeza que se desprende de estas imgenes. Esta grandeza alcanza una dimensin csmica en los pai sajes de la isla de Skye, esculpida por la erosin de los glaciares, y en los pramos asolados de Yorkshire.
En Skye volvemos atrs, a la noche de los tiempos, cuando la tierra estaba an mojada y tierna despus del dilu vio y destruida por las huellas de los pies de los gigantes.
Ya no hay nada humano en aquellos terribles pramos donde la vida no se manifiesta ms que por algunos huevos moteados, colocados en el hueco de una roca.
En Yorkshire, la casa de Emily Bront es azotada por las rfagas de viento de las Cumbres borrascosas. La silueta de una vaca en el claro de luna, las manchas claras de un rebao de ovejas entre las rocas megalticas, una mariposa monstruosa empalada en las ramas de un rbol muerto nos recuerdan que el hombre ha pasado por all antes de desaparecer, sin duda, definitivamente. En la carrera de Bill Brandt dio un rumbo decisivo al comprar en una tienda de segunda mano cerca de Covent Carden una Kodak de madera sin obturador, que utilizaba Scotland Yard en el siglo XIX, para sacar fotos de las habitaciones donde se haba cometido algn crimen.
Concebida para este fin, la mquina tiene una abertura angular y una pro fundidad de foco igualmente fantsticas que arrastran deformaciones pticas impresionantes. Durante quince aos, Bill Brandt aprendera la fotografa con esta herram ienta prehistrica, esforzndose por asimilar su lenguaje, con el fin de usarlo mejor para sus propios objetivos. Indepen dientemente de la mquina que utilizara luego, le quedaron para siem pre las lecciones de aquel mentor de un gnero nuevo.
Aquellos aos de investigacin desembocaron en en un libro de fotos que sali bajo el ttulo Perspectivas sobre el desnudo. Por su homoge neidad, por su riqueza y su rigor, este libro imposible de encontrar y que fue adems un fracaso comercial es uno de los libros de fotografas ms importantes publicados hasta hoy. Levant polmicas en los medios de la cmara oscura. Por primera vez el artista sacaba un provecho siste mtico de cierta infidelidad a lo real, la exploraba en todas sus implica ciones, la desarrollaba como el tema de una fuga de Bach.
Se habl de foto abstracta, de formalismo, de juego gratuito. Pero todas estas acusa ciones caen por s solas si uno acepta considerar que a pesar de la frag mentacin que el autor impone a las formas, con total libertad, los valores materiales, sin los cuales no hay fotografa vlida, no slo se respetan sino que incluso se afirman con una insistencia obsesiva.
Se pueden contar las ranuras del entarimado, se siente la seda spera de los sofs, la felpa de los sillones, la frialdad lisa de los espejos y de los cristales. En los exterio Pero sobre todo aqu esta la carne, con sus arrugas, su vello, sus poros y el variado grano de la piel. Parece que por un sentido admirable del equilibrio de los valores, Bill Brandt se ha sumido tanto ms profundamente en la materia como cuanta ms libertad se tomaba con las formas.
Devuelve centuplicado el realismo en profundidad, lo que le haba negado al nivel de las lneas y de su juego. Parece que los grandes fotgrafos se clasifican por s solos en dos fami lias cuya visin y cuya meta son totalmente distintas. Los primeros lo espe ran todo de lo instantneo reproducido del natural y cosechan aqu y all unas imgenes que dan testimonio de la condicin humana.
Atget es su antepasado, Cartier-Bresson su ms famoso representante contempo rneo y las fotos de Robert Capa una de las cumbres de su arte. Los otros anhelan la eternidad a travs del instante. El retrato, el desnudo y el bodegn son su territorio.
Edward Weston es el maestro de esta casta cuya tradicin prosiguen, en Francia, Sudre, Brihat y Clergue. Es obvio que Bill Brandt pertenece a esta lnea. Pero en este caso, como en otros, este demonio de hombre sabe ir ms all de esta alternativa. Porque, nico representante de su especie, baja a la calle y hace reportajes a su m anera sobre el paro en , la dolce vita de la flor y nata londinense o los bom bardeos de A su manera, claro est, pues a estos mineros, a estos aristcratas, a estos londinenses amontonados en el pnb, los trata corno des nudos, como bodegones.
Y seguramente es lo que da su fuerza y su firmeza fascinantes a estos documentos autnticamente sacados de lo real. Nadie discute que Bill Brandt sea considerado el ms grande fotgra fo ingls. Pero conforme vas recorriendo su obra, te asalta una duda: realmente se ha dicho todo sobre Bill Brandt? Tal vez falte por decir la ltima palabra. La tradicin literaria nos ha acostumbrado a la imagen del nio en per petua ruptura con su medio familiar y social.
A veces su felicidad se desa rrolla en una salvaje libertad que le confiere su indigencia Gavroche, Mowgli, o al contrario, le aplastan las obligaciones del cuerpo social pri vilegiado al que pertenece Les malheurs de Sophie, El pequeo lord Fauntleroy.
Pero, en general, nos gusta admitir que el nio pobre es ms feliz que el nio rico. Los recuerdos de niez de Jacques Lartigue trastornan esta conven cin. Vemos, oh sorpresa! Porque lo tiene todo este nio, jardines, criados, coches, aeroplanos.
Es probable que sea uno de los primeros estamos a principios del siglo XX en practicar el esqu, el deporte del automvil, la fotografa o el cine de aficionado.
A decir verdad, merecera la pena examinar desde muy cerca la vida de Jacques Lartigue, poca por poca, porque encierra, difuso y bajo mil formas, un secreto; el secreto por excelencia, el de la felicidad. Intentemos coger infraganti esta extraa y maravillosa facultad.
Primero se observar que tiene un sentido innato de las alegras sen cillas, inmediatas, modestas. Para un rico existe algo ms difcil que disfru tar de los placeres gratuitos? No cortar de raz, por un desprecio estpido o por un descuido obtuso, los dones de cada da. Amar la vida es amar por la maana el olor a caf y a tostadas.
Es maravillarse de una mancha de sol en la alfombra, del canto del gallo o del suave raspar del rastrillo del jardinero por la gravilla de los senderos. Quiz esto no se encuentre de manera explcita en las pginas de las Memorias de J. Lartigue1, pero flota en su espritu. Yya que hablamos de espritu, observemos que cuanto ms sencilla es la alegra el aire fresco de la maana, el resplandor del atar decer, el olor a tierra mojada despus de la tormenta, la sonrisa efmera de un nio desconocido, el leve roce de un gatito contra la pierna , ms translcida resulta en presencia de Dios.
Se habla de la fe del carbone ro. Al observar a Jacques Lartigue, preferira hablar de la fe del florista, del pastelero, del pajarero. Me parece que nadie como l sabe disfrutar sin segunda intencin de lo que le regalan y sabe olvidar lo que le niegan. Lamentar, envidiar, ven No slo sabe dar rara cualidad sino que tambin sabe recibir, facultad an ms escasa.
Durante nuestros aos de vacas fla cas, yo sola decirle a Florette que ya que no tenamos con qu pagar el yogur o la fruta de la cena, tanto peor, vayamos a cenara Maxims. All, en cuanto llegbamos, alguien nos invitaba. La admiracin es un estremecimiento de vida y de calor que se aade a la simple observacin. No nos olvidemos que la raz de la palabra signi fica: asombrarse. Es el amor con una fres cura que brota y se embelesa. Y nada ms fcil que suscitar la admiracin de Jacques Lartigue.
Ensele algo autntico, una mujer, una fruta, un paisaje. Enseguida admira. Pero, cuidado! Y esto se encuentra en la fotografa o en la pintura que har luego. En realidad, todo cuanto toca se vuelve flor. Este frescor que magnifica, esta disponibilidad para las alegras senci llas nos llevan a hablar de primavera. Cada ao, la naturaleza festeja a Jacques Lartigue. Esto se llama primavera. Sus fotos ms hermosas irradian una luz de maana de abril; y fue uno de los primeros en utilizar la pelcula en color2.
A este respecto, apuntaremos la peculiar funcin de sus juguetes pre feridos: la foto, el automvil, el esqu, la pintura. Siempre son instrum en tos de apertura hacia el exterior, de conquista de las cosas, de la gente o de los paisajes. Sus pasiones son pasiones claras, enriquecedoras, mientras que las pasiones negras el juego, el alcohol, la droga provocan rup turas, desconexiones, dimisiones.
Tres palabras que no existen en el voca bulario de Jacques Lartigue: evasin, vacaciones y retiro. En cambio, una nueva palabra se presenta con toda naturalidad a quie nes le ven: juventud. Con motivo de su primera exposicin de pintura en Nueva York, un periodista le pregunt: No ser usted el hijo del famoso fotgrafo de mujeres de ?. Claro est, no poda sospechar que el famoso fotgrafo tena ocho aos cuando haca aquellas imgenes inol vidables. En aquella poca, dijo a su padre, que entonces tena 35 aos: Intenta vivir otros diez aos ms, porque as podremos morir juntos.
Precisemos que su padre vivira hasta los noventa y seis aos. Desgraciadamente el m undo es malo, y nadie est a salvo de las peores pruebas. A pesar de todo, las pginas del diario de Jacques Lartigue fecha das en podran llamarse del buen uso de la guerra.
Como muchos otros, tambin l quiso cubrirse de gloria. Jacques Lartigue, que ingenuamente segua el impulso patritico general, fue rechazado de las. La junta de clasificacin a la que se present en la misma hornada que Maurice Rostand rechaz a este chaval de 1,80 m que pesaba 52 kilos.
Sesenta aos ms tarde an no haba tragado la humillacin. Me dijo: He engordado dos kilos desde aquel entonces. Crees que les valdra ahora?. Al final ira al frente, como Cocteau, con el uniforme de camillero. Entre tanto cogi el sarampin, y su madre le lea en la cama cuentos de Zola. Luego recuper su fuerza fsica jugando al tenis. Rod una pelcula patritica con Jacques Feyder, con un uni forme de teniente ingls firmado por Burberrys.
Pint mujeres desnudas en el taller Julin, calle del Dragn, sedujo a jovencitas gracias a su B. Tocado con una media de seda, recibi el bautismo del aire en el caza ingls Sopwith, el aparato ms rpido de aquella poca. Le opera ron de apendicitis. Pero el colmo de aquellos tiempos heroicos fue su pri mera gran aventura, digamos la palabra, la prdida de su virginidad, ms patritica todava que su pelcula, ya que para ello eligi a Marthe Chenal, famosa cantante e intrprete oficial de la Marsellesa durante la guerra.
Pertenece a la raza misteriosa de los grandes de la fotografa que se define por el poder inexplicable de suscitar coincidencias, chiripas, encuentros increbles, en los que el azar cobra tanto menos parte cuanto que estos milagros no dejan de ocurrir a su favor, y slo a su nico favor.
Un da, Lartigue estaba en mi jardn con su mquina de fotos en la mano. Yo asomo la cabeza por la lumbrera de la buhardilla. En ese instante, dos palomas blancas se posan en el canaln, una a la derecha, otra a la izquierda de mi cabeza. Franois Reinchenbach ha publicado un libro de recuerdos3. En la portada figura un admirable retrato de un nio de seis aos: el autor es Jacques Lartigue. Pregunta: Por qu a Lartigue se le ocurri en sacar una foto de este nio? La escena transcurre en Arles donde se inaugura, en el museo Rattu, una exposicin de fotogra fas antiguas.
En el grupo de invitados notables que van recorriendo las salas, se oye la risa de Lartigue. Se detienen ante una foto de Eugne Atget en la que se ve a un pblico de nios fascinados por el guiol del Jardn del Luxemburgo. De repente una exclamacin: Pero si somos mi herm ano Maurice y yo!. Es Jacques Lartigue. Se asoma hacia la imagen. Por puro milagro, all hay una lupa. As que uno de los mayores fotgrafos del siglo xix haba sacado casualmente pero era casual?
Se forma un corro. Confrontan las fechas. Todo parece concordar. Ms adelante se comprobar de forma definitiva y casi poli caca: la oreja de Maurice muy visible es bastante caracterstica. Se volver a comprobar en otras fotos, sin lugar a duda. Jacques tena enton ces cinco aos ya que la foto de Atget tiene la fecha de La carita que Nada extrao.
Este joven actor se llama Martn Lartigue, y es el nieto de Jacques. Hoy en da es pintor y hombre de teatro. Un pura sangre no sabra mentir Durante el otoo de , se vio de repente cmo la foto de Jacques Lartigue prosperaba en todos los peridicos, semanarios y pantallas de televisin.
Es que lo haba elegido el nuevo presidente de la Repblica para hacer su retrato oficial, el que adornara, entre otros lugares, los Admiremos de paso esta sabrosa para doja: al hacer la foto del presidente Giscard d Estaing, es su propia cara la que se ve por todas partes. Pero no se conoce impunemente a este maestro de la felicidad. Desde esa foto histrica, tiene mesa franca en el palacio del Elseo.
Con o sin mquina de fotos. Despus de Marthe Chenal, Valry Giscard d Estaing es quien cae bajo el encanto del nio mayor de ojos azules y de rizos blancos.
No poda elegir mejor. Esperemos para bien de Francia que lo vea a menudo y que lo mire bien4. Lartigue , Herscher, Paris, Escrito en En primer lugar conviene recordar el lugar aparte que ocupa Hamburgo, su ciudad natal, en Alemania. Poderosa ciudad hansetica, capital del norte, puerto cosmopolita, volcado hacia los pases anglosajones, Ham burgo es la anttesis de Munich.
El hamburgus mira por encima del hom bro hacia las provincias del interior, con sus pesados dialectos campesi nos, y ms an hacia este sur catlico en cuyas cerveceras se desarrollaron Hitler y el nazismo; no le va nada el famoso Blut and Boden sangre y tierra , doble obsesin de la ideologa racista a la cual opone gustoso el espritu y el mar.
Despus, conviene recordar la generacin a la que List perteneca. Nacido en , est en plena adolescencia cuando tiene lugar el desas tre de La historia aade su peso formidable a la embriaguez icono clasta y a la liquidacin de los valores paternos propios de la crisis de los quince. Yo s con qu jbilo dionisiaco, un chaval en plena rebelin ado lescente, asiste al derrumbamiento de su pas y ve cmo ponen patas arri ba y del revs sus instituciones y su moral: yo tena quince aos en La Alemania que se viene abajo en es la de Guillermo II, una civi lizacin industrial y puritana que encuentra su equivalente y su modelo en la Inglaterra victoriana a fin de cuentas, Guillermo era nieto de la reina Victoria.
Aqu vive la gran burguesa con sus bancos y sus fbricas, en unos interiores asfixiados por cojines y colgaduras, humillada por el tratado de Versalles, asustada por los sublevados de Kiel, arruinada por las reivindicaciones sociales.
Su propia juventud la escarnece, ya que la con sidera responsable del caos reinante. Esta juventud se encierra sobre s misma en una especie de secta de veinteaeros que se llaman a s mismos wandervogel pjaros migratorios. Grupsculos anarquizantes, con su prensa, su literatura, sus citas, que recorren andando, con una guitarra como nico equipaje, los bosques, los arenales y las montaas. Estos pja ros migratorios tendran sus descendientes: los hippies Como haba ganado la guerra, Inglaterra tena un retraso de una revo lucin con relacin a Alemania.
Conviene leer el testimonio de Stephen Spender, un joven ingls, amigo de Herbert List, que se plant en su pequea sociedad en Qu deslumbramiento ante esta juventud solar, esta beautiful people que cultivaba la belleza del cuerpo, el nudismo, Su principal fuerza era una especie de narcisismo aristo crtico. Herbert List era quien conduca el juego, aunque contrastaba con esta sociedad nrdica por su pelo negro, sus ojos oscuros, las ventanas de- sus narices abiertas y sus gruesos labios.
Decan que su aspecto era como el de un azteca y recordaban que tena sangre brasilea. Por su cultura cosmopolita, su libertad de pensamiento, su anchura de miras, List est a sus anchas en el Berln de los aos veinte donde conviven la Bauhaus, el expresionismo, el teatro de Max Reinhardt, la msica de Kurt Weill, el cabaret de Klaus y Erika Mann.
El negocio familiar de importacin de caf le proporciona un desahogo econmico y le permite hacer viajes admirables por Latinoamrica y Estados Unidos. Algo muy tpico, Herbert List evoluciona desde esta profusin extre mada hacia un ascetismo progresivo mediante una sucesin de negacio nes y rechazos. Primero, segn parece, se aleja de la literatura e incluso de la palabra. Quita los libros de su cabecera y cultiva con sus amigos una especie de comunin en el silencio.
Ms adelante, renuncia al dibujo. Se define como un hombre sin atributos segn el ttulo de la novela de Robert Musil. En l hay algo de dandy, de eterno ocioso.
Aprendi la fotografa con Lyonel Feininger que, a su vez, proceda de la arquitectura. Al final fue en el terreno de la fotografa donde Herbert List dio lo mejor de s mismo. Pero se sita en el lado opuesto al testi monio. No esperen de l imgenes sacadas de lo real o espontneas. Ms bien se reconocera en las experiencias y provo caciones de Man Ray a las que suma, adems, el culto a la belleza clsica. Una de sus obras mayores cuya aparicin se aplaz con la guerra es un homenaje a Grecia, sus piedras, sus paisajes, sus cuerpos.
En el fondo, List habra sido, tal vez, el fotgrafo que hubiera llegado a ser Cocteau de no haberse volcado en el cine. Fotgrafo del silencio y de la inmovilidad, List destaca en el retrato. Pero raras veces capta el resplandor de la sonrisa o la expresin fugitiva que atrapa al vuelo excepto en el caso de Somerset Maugham. Es el fotgrafo de la meditacin, del examen interior, de la angustiosa espera. Littera Ugo Riccarelli epub.
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Bodhi Moon pdf. Meeresrauschen Terminplaner Reinhard Becker pdf. Mein Hund. Tress le atormentan problemas insolubles en sus relaciones humanas. En realidad, raras veces la obra es la imagen - directa o invertida- de la vida. Es el resultado de una alquimia compleja, indescifrable, por lo menos en el estado actual de nuestros conocimientos. Recogen los datos inmediatos de lo real. Cogen al vuelo las cosas y a la gente tales como se presentan en su ingenua espontaneidad. Toda esta moral a Arthur Tress le importa un bledo.
No repara en medios con una total tranquilidad de alma. Todo funciona. Su genio consiste en reunir siempre las condiciones de una complicidad generalizada. Complicidad de las personas retratadas, de los objetos, de los paisajes, y para colmo, la nuestra.
A menudo, este universo agobiante se abre, se libera, respira una gran bocanada de aire vivificante. Es que se trata de un libro rigurosamente coherente, de un solo bloque, que cuenta una historia con un principio, un desarrollo y un fin. Pues para que mi mano pueda coger, acariciar o aplastar, ha de poder ser cogida, acariciada o aplastada. Jan Saudek o el vientre negro de Praga. Hoy, viernes santo, descubro la ciudad de Praga donde comitivas de chicos y chicas con coronas de flores celebran la llegada de la primavera.
Lo uno no va sin lo otro. Me explico. Fue uno de los grandes choques de mi vida. Muy atentamente le saluda, Didier Kohn. Los viajes no son lo suyo, ni el exotismo, ni lo pintoresco de las ti erras lejanas.
He nacido en Praga, en Checoslovaquia, el 13 de marzo de Es mi patria. Ya no me queda tiempo para aprender otro idioma y. Nueva York, Londres, Madrid abren sus brazos ajan Saudek. Le ofrecen puentes de oro. Pertenece a la raza de los hombres que lloran en secreto la maternidad que les es injustamente negada. Este cuerpo del artista -poco frecuente al final pero presente- le da a esta obra su firma, un "logo" inimitable y terriblemente convincente. Todo esto es Jan Saudek. Y con ella el movimiento, el andar, el gesto y la carrera.
Es el cociente del camino recorrido por el tiempo requerido para recorrerlo. Durero, Rembrandt, Courbet, Van Gogh destacaron en este arte reflexivo. Arte extrovertido por antonomasia, se lanza a la conquista del mundo. El agua, la nieve, las hojas muertas cercan este cuerpo blanco de falso muerto. Dieter Appelt es este hombre de la noche de los tiempos. Pero pronto el hombre surge de las aguas cenagosas.
Pero su ojo permanece fijo en el espejo de las aguas. La era antidiluviana se pierde en las arenas secas y ardientes del desierto. La momia envuelta en bandas atraviesa los milenios en virtud de esta misma aridez. Rembrandt, Courbet, Van Gogh no han dejado de tomarse por modelos. A juzgar por sus autorretratos, es probable que Durero hubiera estado bastante orgulloso de su persona. De otra naturaleza son los autodesnudos. Su cuerpo ya no es fuente de orgullo ni instrumento de placer, es un campo de dolor.
Por el contrario, la obra de Arno Minkkinen nos invita a una fiesta. Y no porque celebre las bondades de su cuerpo. Al contrario. Vuelve a. Exhibe su brazo, su pierna, su pie, su sexo, y cada vez la imagen, de una perfecta sencillez, tiene algo tan novedoso que deja al observador parado de asombro.
Un primer elemento de respuesta se halla en el paisaje. Y todo este frescor da a la desnudez del cuerpo un significado muy distinto al que recibe en el sur.
Nada de pereza, de languidez, de abandono a la caricia voluptuosa del sol. No hay verdad alguna que no sea leve y cantarina. La gravedad es demoniaca. La marea baja es el gran asunto de mi vida". Se emborrachan con chicha -sidra fermentada-, que les empuja hacia unas peleas sangrientas. En diciembre de dio el gran salto. Digamos el hemisferio boreal, pues no se trataba de nada menos.
Por el contrario, la tierra escribe su propia historia milenaria en sus rocas, en sus concreciones, sus pliegues, que son como las arrugas de un rostro muy viejo. Este rostro, la marea lo lava, lo aclara, lo refresca incansablemente, como para restituirnos nuestra tierra en su tierna infancia. La arena abandonada por la ola, es como el rostro de nuestra anciana madre reconvertido en el de una joven virgen, alegremente acogedora.
No son "fuertes" lo que modela en la arena Patricio Lagos, y no piensa en desafiar la ola. La eternidad. Con el sol ". Inventaba historias para encandilarlas. Las fotografiaba como un "ogro-enamorado", por no atreverse probablemente a "tomarlas" de manera menos ofensiva. A esta pregunta son posibles varias respuestas. Se le abren las puertas. Se desatan las lenguas. Puede entrar por doquier y mirar.
Se contesta a sus preguntas. No creo que haya "literatura femenina". Enseguida se me ocurre la palabra ternura. Philippe Bonan o "las de Villadiego". Un hombre anda solo por Beaubourg. Una vaca pace sola en un prado inmenso. Parece que estos seres vivos gozan a sus anchas de un espacio que les pertenece. Ninguna trampa les ha atrapado. Todo lo contrario. Van a salir, ya se marchan. Se trata de lo siguiente. Desde su juventud, el rey Baltasar es un aficionado a los objetos de arte.
De los zocos de su ciudad trae a casa el retrato de una doncella que cuelga encima de su cama. Su padre se encoge de hombros y se dirige hasta la puerta. Acaban por identificarla. Es la hija menor de un lejano hidalgo. Los curas visten como todo el mundo y en el estilo star, no me parece que ni Marilyn Monroe ni Brigitte Bardot tengan descendencia. Incluso los sexos se diferencian cada vez menos. En los institutos a los que voy a charlar con los alumnos, me pregunto, a menudo, si estoy frente a un chico o una chica.
Desde el corte de pelo hasta el vaquero, nada permite diferenciarlos. Le pone al tanto de que ha conocido a una chica cuya cultura e inteligencia hacen olvidar un fisico ingrato.
En realidad, esta historia de. Asunto concluido el 2 de agosto de Ha llegado el advenimiento de una nueva Eva cuyos prototipos nos trajeron California y Alemania del Este. Emile Zola. Tenneson Cerrar sugerencias Buscar Buscar. Saltar el carrusel. Carrusel anterior. Carrusel siguiente. Explora Audiolibros. Explora Revistas.
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